jueves, 20 de agosto de 2009

Diarios de Joseph Corelli (IV)


Me dirigí caminando al laboratorio para pedir un análisis de las muestras de la sangre de Vitus, cuando de pronto en una esquina un tipo corpulento con gabardina y un gorro me detuvo con la mano.
Aquel hombre me empujó hacia un coche negro con los cristales tintados que estaba parado a mi lado con el motor en marcha, la ventanilla se bajó y reconocí el rostro del hampa más peligroso de la ciudad: Justin Ambergsen. "Sabes quién soy...¿Verdad?" Me dijo. Entonces me abrió la puerta ofreciéndome entrar en su vehículo, evidentemente me quedé paralizado pero no sirvió de nada ya que el grandullón de antes me metió dentro de un nuevo empujón.
Ambergsen continuó hablándome: "El cuerpo de Manson ya no está donde debiera...Dime ahora mismo dónde se encuentra" Evidentemente no se creería la verdad y se la tomaría como una ofensa que podría salirme cara, así que le contesté: "Mr Ambergsen, yo... Estoy enterado de su caso y siento su pérdida..." Sin dejarme terminar me soltó una bofetada, pude ver su mirada encendida a través de sus gafas y me gritó: "¡Tu no sientes nada! ¡No tienes ni idea de lo que Manson ha hecho! ¡Hizo mucho más que matar a una simple mujer! ¡Ha matado a la persona que me mantenía en paz! ¡Sin ella la guerra entre familias será inevitable!¡Ha acabado con esta ciudad!" Entonces las ruedas del coche chirriaron, todos los músculos se me tensaron y hubo un fuerte golpe, después hubo silencio...

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1 comentario:

  1. Ay Joseph !! que tanto meter la nariz en asuntos turbios no es bueno para la salud....

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